La negativa de Europa de permitir a sus agricultores producir cultivos genéticamente modificados (GM) ha resultado en la emisión evitable de millones de toneladas de dióxido de carbono el cual es perjudicial para el ambiente, revela un nuevo análisis científico.
De acuerdo con los expertos, el costo de oportunidad resultante de la negativa de la Unión Europea (UE) de permitir la producción de variedades GM de cultivos clave asciende a 33 millones de toneladas de al año.
Esto equivale al 7.5 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de todo el sector agrícola europeo, o aproximadamente lo que podría ser emitido cada año por 10-20 centrales eléctricas de carbón.
Dado que los agricultores de Norte América y Sudamérica adoptaron cultivos GM a partir de finales de la década de los 90, este análisis implica que en las décadas siguientes las emisiones de carbono adicionales emitidas a causa de la oposición de la UE a la ingeniería genética probablemente sea de cientos de millones de toneladas.
Estos hallazgos se basan en el hecho de que las versiones GM de los principales cultivos producen un mayor rendimiento porque pueden resistir mejor el daño causado por insectos y la competencia con hierbas.
Con los agricultores europeos condenados a menores rendimientos agrícolas debido a la no adopción de cultivos GM, una mayor cantidad de tierra disponible para cultivar tiene que mantenerse a nivel global para producción, evitando que esta misma área este disponible para ser destinada a bosques que secuestren el carbono en los árboles y el suelo.
El nuevo análisis será incomodo para leer por parte de los grupos ambientalistas que durante mucho tiempo han combinado la promoción de la mitigación del cambio climático con una firme oposición a los organismos genéticamente modificados (OGMs) porque eso implicaría que su oposición a la ingeniería genética podría estar empeorando sustancialmente la emergencia climática.
Este artículo esta coescrito por Emma Kovak y Dan Blaustein-Rejto – ambas parte del “think tank” eco modernista del Breakthrough Institute con sede en California – y Matin Qaim, de la Universidad de Goettingen, Alemania. Es publicado como una preimpresión del servidor bioRxiv antes de la revisión formal por pares.
El cálculo se realizó estimando en qué medida se podrían haber evitado emisiones de GEI si el nivel de adopción en la UE de variedades GM de 5 cultivos principales (maíz, soya, algodón, canola y remolacha) hubiera sido igual en 2017 a la de Estados Unidos.
“Nuestros resultados sugieren que la reducción en la emisión de GEI derivadas de los aumentos en los rendimientos en los cultivos GM son sustanciales y deben ser incluidas en futuros análisis”, escribe la autora principal Kovak.
Los investigadores también señalan que sus hallazgos son ahora particularmente relevantes porque actualmente se esta llevando a cabo una reevaluación del estricto régimen regulatorio de la UE para los cultivos biotecnológicos.
Sin embargo, la actual tendencia política de la UE empuja en la dirección opuesta. Tal y como lo explica Kovak, en Europa “el nuevo del plato-al campo enfoque dentro del marco del Acuerdo Verde Europeo tiene como objetivo ampliar la agricultura orgánica, la cual tiene rendimientos más bajos y que será asociada con aumentos significantes a nivel global de emisiones de GEI debido al cambio de uso de la tierra en otros lugares”
Ella concluye: “En lugar de deslocalizar el daño ambiental a otras naciones, como lo hace el Acuerdo Verde Europeo, la UE debería incrementar la productividad agrícola a través de la adopción de nuevas tecnologías aplicadas en los cultivos, contribuyendo a los beneficios ambientales a nivel mundial”
Sin embargo, los autores advierten que sus suposiciones implican que haya incertidumbres sustanciales en el análisis. Ellos suponen, por ejemplo, que el aumento en los rendimientos en Europa podría generar una disminución proporcional de la producción en otros lugares.
En realidad, si bien los efectos en el aumento del rendimiento de los cultivos están bien establecidos, la magnitud puede variar ampliamente de acuerdo con diferentes circunstancias.
Sin embargo, las incertidumbres también implican que el ahorro anual estimado de los GEI de 33 millones de toneladas podría, por otro lado, ser una gran subestimación. En particular, el análisis no toma en cuenta la influencia que tiene Europa en África y Asia, donde la negativa de Europa para no permitir a los agricultores el acceso a cultivos GM ha sido enormemente influyente.
Tampoco toma en consideración lo que podría haber ocurrido si los cultivos que son más cosechados en Europa que en Norte América – en particular trigo y cebada – hubieran sido genéticamente diseñados para permitir mejoras en su rendimiento similares a las que se han visto en maíz, algodón y soya.
Por el momento, no se cultivan variedades GM de trigo o cebada debido a la intensa y larga oposición de los políticos y activistas en contra de los OGMs. Si estos cultivos hubieran estado disponibles para los agricultores en las variedades estándar de cultivos GM como lo son los OGMs resistentes a insectos y hierbas, la productividad agrícola de Europa podría haber incrementado sustancialmente.
Los investigadores concluyen con una nota esperanzadora, señalando que “las nuevas tecnologías de edición de genomas probablemente aumentarán aún más la diversidad de combinaciones deseables en los rasgos (características) de los cultivos.” Si estos cultivos son permitidos en Europa y en otros lugares, grandes beneficios para la mitigación del cambio climático podrían aún ser realizados al emplear en el futuro estos cultivos mejorados.